martes, 26 de marzo de 2013


Otra vez, una tarde que me encuentra en lo mismo y el trabajo que no arranca y yo te espero sin parar. No sé ni cómo ni cuándo, un día creí que ya estaba, que ya no, que ya me sentía libre y desatado, que vos ya no estabas y que yo no te esperaba más. Y sin embargo las tardes se repiten, y no me visto y no me peino y me drogo y te espero y miro el teléfono y espero y releo algún mail que me mandaste alguna vez, porque alguna vez sí me escribiste y alguna vez pensaste en mí y decidiste que sí, que conmigo sí podías.

Si todavía me acuerdo de esa mirada que cruzamos hace años en el boliche aquel al que ninguno de los dos pertenecía. Cómo es mágico el amor que sin saberlo estábamos ahí el uno para el otro. Ese día en ese lugar vos estabas para mí y yo para vos. Pienso ahora en lo fortuito de los cruces, en las horas que pasamos sin vernos, recuerdo cómo en realidad yo perseguía a tu amigo (y qué suerte que estaba con otro, porque te encontré a vos). La gente pareció abrirse. Se hizo un camino entre vos y yo y esa mirada que cruzamos, esa mirada cantó nuestras canciones, y me ví entrando en vos, el ojo tras la lupa, en lo que vos llevabas sentado ahí en esa barra y

cómo supe que te estaba pasando lo mismo que veías más allá de mí con esos ojos irrepetibles y hondos que saben ver como ningunos otros que llenos de cosas chiquitas son el microscopio de la belleza y que saben llevar esa mirada lista para matar (ahí vas vos cazador tan simple y tierno vos artista fino vos el tan seductor)

Ciego caminé los pasos. Y ciego te besé en la boca, te escribí por semanas y esperé que te mudases a mi casa desde Córdoba o desde quién sabe dónde. Yo te esperé, como ahora te espero sentado igual a vos en la barra, sentado y fumando, sentado y en pausa. Detenido, atomizado en el tiempo con mirada de nuca y mil sogas sin cortar. Como vivís vos y como vivo yo, en pausa y esperando que algo se resuelva, que una imagen divina se nos presente y nos de un manual, o algo. Un manual de amor tuyo y mío, con reglas, fórmulas y recetas, una forma tapada de engarzarnos sin hacernos daño, una manera especial de acumular paciencia y amor, que es paciencia, que es entender que sos otro y que todo lo que revelaste importa y te define, aunque lo cuentes al pasar. Porque vivir en pausa es espera infinita, extravío permanente, suspensión total. Es una trampa de ratas, sequedad de órganos, ausencia animada, asfixia tensada, escara, úlcera, llaga, herpes. Vivir en pausa es filtro mental y de emociones, abulia de infierno, amor glacial. Y al final somos lo mismo, vos y yo somos lo mismo, material descartable, mercadería dañada, vos y yo a fin de cuentas sí sabemos cómo es.

Como futuro perfecto descubriste mis ojos asesinos, los que tienen sed de reproche y sangre, los ojos paternales de la pena, y desde la noche que los cerramos pregunto ¿Qué te habrán hecho mis ojos? ¿qué será que me llevé? ¿por qué me habré quedado con lo hermoso que iba en los tuyos, qué demonio oscuro habitará los míos para un espanto tan irrevocable?. Te dejé una mirada sangrienta que me pesa en la cabeza y vacía mi pecho quirúrgica y denodadamente.  Quedé pegado a la audacia del desprecio, a la soledad invidente del que no sabe dar.

Entonces: vamos a correr en el puente de esa mirada por siempre, en el puente de esa promesa ciega que no supimos barrer, que no supimos aquietar, que no aprendí a despreciar. Voy a seguir tus ojos por siempre porque entiendo a través de ellos y voy a estar en tus ojos porque solo a mí me miraste así. Voy a llevar el valor de tu mirada como ambición y como logro, el peso de aquella mirada que prometía abrazos, que prometía respaldo y corazón. Voy a dejar que los colores vuelvan porque de solo verte aprendí cómo hay que usar una mirada para dar mi palabra y para hacer presente todo sin hablar. Sé mirar esperanzado porque fuiste mío, porque algo como eso es tan posible como cortar el pan o dejar de fumar.

Voy a ir tras esos ojos maestros hasta que muera y cierre los míos que son tuyos, y aún cuando sea polvo el puente que construimos entre tu mirada y la mía quedará. Porque lo construido permanece, porque me diste un espejo, un cimiento y señalaste en dónde empezar. Porque en tu iris habrá viajado un mundo pobre y duro, en tu cuenca un yo más real. Porque la mirada que traen tus ojos no se espera, viene sola y golpea sin avisar. Por todo eso:

Voy a quedarme.                                                Sí.

Voy a quedarme con tus ojos.

Yo voy           a quedarme con tus ojos              siempre.

3 comentarios: